Los desinfectantes y antisépticos son agentes antimicrobianos con un uso extendido desde el ámbito hospitalario hasta el doméstico.
Betadine, agua oxigenada y alcohol
Los desinfectantes y antisépticos son sustancias químicas destinadas a disminuir la carga de microorganismos presentes en materiales inertes y tejidos vivos, respectivamente.
Desde su descubrimiento, han sido ampliamente utilizados para combatir infecciones. Siendo especialmente relevante su uso intrahospitalario, a fin de prevenir o reducir el riesgo de infecciones oportunistas después de una intervención quirúrgica.
Diferencias entre desinfectantes y antisépticos

En primer lugar, se debe tener en cuenta que los únicos agentes físicos que aseguran la inactivación de toda forma de vida microbiana son los agentes esterilizantes. Esto no lo conseguiríamos mediante el uso de desinfectantes o antisépticos.
Sin embargo, el que estos elementos no sean capaces de destruir completamente todos los microbios no quiere decir que no resulten muy útiles a la hora de prevenir infecciones, las cuales están causadas por un tipo de microorganismos: los patógenos.
Desinfectantes
Los agentes desinfectantes, también llamados germicidas, tienen la capacidad de reducir la carga microbiana de un material. Se usan para destruir los microorganismos patógenos de un objeto inanimado.
Estas sustancias acaban con las formas vegetativas de los microorganismos, pero no son capaces de acabar con las formas de resistencia (esporas).
Los desinfectantes suelen ser tóxicos al aplicarse en tejidos vivos, por ello se suelen emplear para desinfectar superficies y materiales. Se emplean tanto en la clínica como en el hogar.
Algunos tipos de desinfectantes son el alcohol (también usado como antiséptico), el hipoclorito de sodio o lejía o los detergentes.
Antisépticos

Los antisépticos son agentes antimicrobianos, capaces de destruir los microorganismos patógenos presentes en un tejido vivo. De hecho, su nombre deriva de su capacidad para prevenir la sepsis, o infección.
A diferencia de los desinfectantes, estos no resultan tóxicos para los tejidos y por ello se aplican sobre tejido vivo: sobre la piel o sobre heridas.
Nuevamente, su uso está muy extendido tanto en el ámbito cínico como en el ámbito doméstico, encontrando muchos de los antisépticos más comunes en el botiquín de casa.
Algunos de los antisépticos, de los que hablaremos en mayor profundidad a continuación son: el betadine, el agua oxigenada y el alcohol.
El betadine
El betadine o polividona yodada es un compuesto yodado muy eficaz a la hora de combatir una gran cantidad de microorganismos. Se utiliza tanto en heridas como en la piel antes de realizar una intervención quirúrgica y se usa tanto en personas como en animales.
Su mecanismo de acción se basa en que este compuesto, así como otros derivados yodados, es capaz de penetrar en los microorganismos y afectar en ellos la síntesis de proteínas y la integridad de su pared celular.
Su aplicación sobre heridas no suele generar dolor, pues al entrar el contacto con la piel, el yodo del betadine se libera lentamente, previniendo la sensación de escozor.
Por último, este compuesto no está indicado en personas alérgicas al yodo, embarazadas, mujeres lactantes o bebés.
Agua oxigenada

El peróxido de hidrógeno, comúnmente denominado agua oxigenada es un antiséptico de amplio espectro, capaz de destruir una gran cantidad de microorganismos.
Se utiliza sobre la piel, sobre heridas e incluso en desinfección bucal, aunque también es un buen desinfectante sobre materiales utilizándose en la limpieza hospitalaria.
Su mecanismo de acción se basa en su alta capacidad oxidante. Es capaz de producir radicales libres, moléculas muy activas que interfieren con multitud de procesos celulares, dañando así a los microorganismos.
Alcohol
Los alcoholes, tanto el etílico como el isopropílico, son compuestos orgánicos ampliamente utilizados como desinfectantes en la limpieza y como antisépticos sobre heridas.
El mecanismo de acción de los alcoholes reside en su capacidad para destruir la membrana celular de los microorganismos y provocar la desnaturalización de sus proteínas.
El alcohol se usa habitualmente para la limpieza de la piel, la desinfección de manos o para preparar a piel antes de una inyección. Sin embargo, no se recomienda su uso sobre heridas, pues provoca irritación y escozor.
Por último, no se suele utilizar en la desinfección de instrumental quirúrgico, pero si resulta muy útil en el lavado de manos del personal sanitario, existiendo quienes lo prefieren antes que los jabones antimicrobianos.
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