Una de las principales preocupaciones de los padres es que sus niños se alimenten de una manera saludable. Especialmente cuando existe una variedad casi infinita de golosinas, sabores, harinas y fórmulas alimenticias artificiales que juegan en contra.
No obstante, la labor no se trata de prohibir las golosinas sino en hacerles entender a los niños que estos no son la base de ninguna alimentación sana.
Por lo tanto, el reto es formar y educar bien a los niños, no solo acerca de la importancia de una dieta sana y balanceada. También es importante que los niños se alimenten de forma placentera, lejos de traumas y obligaciones impuestas.
Consejos para que los niños se alimenten bien
Variedad

Desde el momento en que ya se puede ampliar la dieta de los niños, más allá de la leche materna, hay muchas opciones. Puede ser difícil ofrecer un sabor nuevo por día. Pero dentro de la rutina cabe implantar actividades como “El día del plato nuevo”. En esos espacios, degustar un sabor o un ingrediente inédito será la norma.
Los padres deben ser el ejemplo
Algunas personas tienen serias dificultades a la hora de consumir ciertos alimentos. Es importante tener en cuenta que los niños, sobre todo en los primeros años, adquieren muchos de sus hábitos al imitar a los adultos que les rodean. Por lo tanto, hay que dar un buen ejemplo.
Es poco probable que un niño se aventure a probar, por sí mismo, algún vegetal como el brócoli. Y menos todavía si observa que alguno de sus progenitores pone mala cara cuando lo mastica.
No rendirse ante las negativas
La mayoría de los pequeños necesitan estar expuestos a un nuevo alimento hasta 15 veces, antes que deciden probarlo. La paciencia siempre es clave con los niños, y en cuanto a la comida, más todavía.
Servir las comidas a la temperatura adecuada

Es normal que los niños muestren resistencia hacia algunas comidas. Especialmente entre los 4 y 6 años de edad. Entre otras cosas, por experiencias desagradables ligadas a la temperatura que tuvieron la primera vez que los probaron. En estas edades, las comidas muy frías o muy calientes son rechazadas tajantemente.
La hora de comer debe ser un momento feliz
Ante las negativas, no se les debe obligar. La imposición puede resultar contraproducente y, por tanto, perjudicial. En lo posible, los padres y los adultos deben procurar que los momentos ante la mesa para comer sean agradables. Comer no puede convertirse en sinónimo de peleas, imposiciones o incomodidades.
Comunicación asertiva
Cuando un niño afirma que no le gusta un alimento, un ejercicio para ayudarles a cambiar su opinión es preguntarle qué es lo que no le gusta. Con esta información, los padres podrán tomar las medidas adecuadas. Además, este ejercicio permite que el niño participe en la solución a adoptar.
Porciones pequeñas

Cuando un nuevo alimento aparece en la mesa, principalmente cuando se trata de vegetales y hortalizas, se recomienda servirles porciones pequeñas. El reto para los padres es que, en un primer momento, sus hijos se coman todo. Poco a poco y de forma progresiva, los niños comenzarán a pedir mayores cantidades por sí mismos.
Mantener frutas a la mano
No solo se deben considerar las tres comidas principales (desayuno, almuerzo y cena). Al hacer referencia de hábitos alimenticios sanos, las meriendas también cuentan.
Por ello, los niños deben tener a la mano frutas frescas para los momentos entre comidas, en los que pueden sentir hambre. Los frutos frescos o algunas semillas, también son una buena opción para merendar. Así los niños podrán comprobar que la merienda no tiene por qué ser sinónimo de golosinas.
Cuanto más temprano, mejor
Comer de todo y de forma balanceada es una costumbre que se adquiere desde temprana edad. Por ello es fundamental consolidar buenos hábitos alimenticios entre los 3 y 6 años de edad. Cuando superan los 10 años de edad puede ser más difícil modificar o corregir los malos hábitos.
Promover la correcta hidratación

Muchos niños también deben aprender a beber agua a diario. No hay que olvidar que la hidratación es fundamental tanto en las comidas como fuera de ellas. Asimismo hay que evitar que beban refrescos y otros en demasía.
No estigmatizar a ningún alimento
Hay que educar con mesura y equilibrio, sin caer en extremos. La meta es lograr que los niños se alimenten bien. A medida que crezcan, tomarán mayor conciencia de acerca de su alimentación. No tendrán la necesidad de verse obligados a aprender hábitos sanos, porque estos ya formarán parte de su propia rutina.
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